Hoy voy a hablar a título personal. Como María Mora. Esa que un día no sabía qué hacer con su vida y decidió montar una tiendita de quesos.
La idea de este post un tanto (o muy) diferente a las historias que te solemos contar viene un chivatazo de mi buen amigo Ibai, que leyó una newsletter de nuestros vecinos de Joker (los de los comics, sí, ¡otros frikis de lo suyo!) en la que Fernando hablaba de la diferencia entre profesiones, oficios, y lo bonito que para él es ser librero. Y me inspiró mucho, la verdad.
Mi oficio: Tendera de barrio
Nunca en la vida pensé yo en acabar siendo tendera. Ni de pequeña, cuando jugaba con mi adorado supermercado de Smoby (¿alguien más de los 80 por aquí?). Jugaba a las tienditas como el resto de niñas, ni más ni menos.
Cuando hubo que decidir qué hacer con mi vida tras la selectividad, al no tener vocación ni interés alguno por nada en particular, decidí estudiar Dirección de Empresas en la UPV. Yo que sé… para trabajar en algún sitio me valdría, quise pensar entonces.
Llega 2015, y tras otro momento de incertidumbre vital, monté La Mandu. Con una nevera expositora muy pequeña y unas cajas de fruta de madera como mobiliario. Más chula nos quedó la primera Mandu… ¡Ideal lo mona que era!
Y de un plumazo, mi oficio pasó a ser “tendera de barrio”. Lo que en la vida hubiera pensado yo. Tendera de quesos, más concretamente. Como bien decía Fernando de Joker en su newsletter, los oficios no necesitan titulación como tal (en efecto, no hay formación alguna en este país que te acredite realmente como una vendedora de quesos profesional, por lo menos allá por 2015), así que tuve que currármelo mucho, aprender mucho, estudiar mucho, dormir poco y acompañarme de un equipazo de chicas Mandu para llegar como hemos llegado a este 2024. A las puertas de 10 años de Mandu (OMFG!).
Ahora que lo pienso, siempre me ha fascinado oír y preguntar al que sabe. Como cuando iba a una tienda especializada en té y me quedaba embobada oyendo a los tenderos hablar de las historias detrás de sus productos o cuando voy a restaurante y avergüenzo a mi acompañante habitual (pobre David…) preguntando mil y una cosas sobre los ingredientes de los platos y cómo están hechos. Es que no lo puedo evitar. Me encanta saber de las cosas del comer y del beber. Y ahora soy yo (y todas mis compañeras) la que te suelta historietas y chascarrillos detrás del mostrador sobre los quesos que atesoramos.
Y es que ya lo sabes, a La Mandu hay que venir sin mucha prisa. No porque seamos unas lentas, ni porque no nos demos marcha (seguro que nos has visto correr literalmente más de una vez por la tienda e incluso atender a dos personas a la vez, ¡tenemos ese súper poder!). Pero es que te vamos a preguntar muuuchas cosas. Qué te gusta, qué no te gusta, en qué momento vas a comer los quesos que quieres llevarte, con quién vas a beber esa botella de vino que estás buscando, o si la cerveza que tienes en la mano la vas a beber de aperitivo o tranquilamente viendo una peli después de cenar. Es nuestro modus operandi.
¿Qué es ser tendera?
Así que considero fehacientemente que todas nosotras somos TENDERAS, que no dependientas. Aunque la definición de la RAE de los dos términos es muy muy similar, después de estos casi 10 años trabajando de cara al público considero que un tendero o tendera va un paso más allá respecto al dependiente. El tendero te atiende, te escucha, te pregunta, busca la mejor solución a lo que necesitas y si hace falta, busca debajo de las piedras. El dependiente, más bien despacha. Y si no tiene lo que quieres, te despide con una sonrisa y ya. No tiene que ver con que el negocio sea o no suyo. Es otra cosa.
Pero no pienses que ser TENDERAS es sólo pasárnoslo bien en la tienda y disfrutar muchísimo con lo que hacemos. Hay muchos días de acostarse tarde y levantarse pronto para todo ese trabajo de oficina no es para nada tan divertido pero hace falta para que la máquina (La Mandu en este caso) funcione mínimamente bien. Aun con la parte menos divertida ensombreciendo, no me puedo quejar. Hacer lo que me gusta y lo que parece que se me da medio bien tras más de 9 años seguidos me parece un auténtico lujazo.
Hace unas dos semanas (hecho totalmente cierto, no te engaño) en un supermercado de Cantabria estaba yo mirando con ojos analizadores el mural de quesos cuando una chica extranjera (creo que inglesa por el acento) me miró y me preguntó por los quesos que allí había. Me quedé de piedra y pensé: será que tengo la palabra tendera escrita en la frente. Y no, no creo que ella en concreto me reconociera ni de verme haciendo la payasa en Instagram ni de aparecer en el programa A Bocados, no. ¡Le atendí encantada de la vida y sonreí!
¿Qué es ser tendera de quesos?
Y si me pregunto en qué consiste este oficio de tendera de quesos (cheesemonger para los anglosajones, ese palabro que os hace tanta gracia cuando nos lo oís…) creo que tiene que ver con: adivinar a qué te refieres cuando nos pides un queso fuerte, intuir que lo que necesitas es una caja regalo si te vemos dar mil vueltas por la tienda y hablar con alguien por teléfono a la vez, quitarte sutilmente de la mano esa cerveza tan molona porque te ha encantado la etiqueta pero sabemos que es una frikada y que igual cuando te la bebas nos las tirarías a la cabeza, acordarnos de tu nombre y el de tus hijos cada vez que te vemos entrar, ofrecerte un queso nuevo en lugar del que pides siempre porque sabemos que te va a encantar… Todo esto ya nos sale sin pensar. Gajes de este oficio tan sencillamente agradecido.
Porque somos unas auténticas tenderas y una de nuestros superpoderes es pensar por ti y ponértelo lo más fácil posible, mensualmente te preparamos una selección exclusiva de quesos que puedes comprarla a través de nuestra web o en nuestra tienda física: SUSCRIPCIÓN MENSUAL DE QUESOS DE LA MANDU.
Nos vemos por General Concha 7 cuando te apetezca pasar a vernos para que te “atendamos” y te demos cháchara, que eso también se nos da genial 🙂
Fdo: María Mora y todas las Chicas Mandu